Uno de los primeros trabajos que hemos tenido que hacer este año en la asignatura de escultura ha sido crear una parte del cuerpo humano a partir de un fragmento de una pequeña escultura de la Venus de Milo que la profesora hizo añicos el primer día de clase.
Teníamos total libertad de material y de transformación de nuestro fragmento. Yo, sin embargo, decidí no alterarlo y construir a partir de él una mano esquelética con tiza y alambre.
El proceso fue realmente tedioso y me surgieron innumerables problemas: desde que los trozos de tiza que formaban las falanges se me rompiesen; pasando por que no pudiera unirlas las unas con las otras; hasta llegar al montaje final de la pieza.
Sin embargo, pese al gran esfuerzo que me ha llevado realizar esta obra, el resultado es mucho más que satisfactorio; y, como lo hace casi siempre este tipo de trabajos, me ha servido para saber que sí tengo en mente un proyecto soy más que capaz de poder llevarlo a cabo aunque la idea vaya evolucionando y el resultado no sea exactamente como se había pensado en un principio.
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